Tengo miedo a perderme en el camino
y convertirme en quien dicen que debo ser
por tratar de estar complaciendo al destino
que me obliga tan solo a callar y obedecer.
Tengo miedo a mas días cenicientos
de una existencia cada vez con menos fe
de alejarme de lo que me parece correcto
y sin opción ver mis ideales desvanecer.
Tengo miedo de un porvenir desmoralizado,
que me interese más agacharme a ver
la marca en la etiqueta de mi calzado
al paso siguiente que vaya a emprender.
Tengo miedo a una descendencia sin legado,
a un futuro sin nada bueno que ofrecer,
a una vejez como la de cualquier soldado:
arrepentido y ya sin nada que pueda hacer.
Tengo miedos que se han vuelto tormentos
como el miedo infame de no llegar a ver
una sociedad libre de sufrimientos
o a un ser humano que no lo ciegue el poder.